Todo sobre mi padre

AV INGA RAGNHILD HOLST | FOTO: TRYM IVAR BERGSMO

(GATOPARDO) Los samis perdieron sus tierras y su dignidad. Pero las recuperaron. Hoy vuelven a ser los propietarios de los terrenos de pasto de los renos y de los ríos de pesca. Todo cambia. Todo excepto el abuelo Nils. Él continúa viviendo en la altiplanicie igual que hicieron los samis durante siglos y siglos. 

   ”¿Quieres más?” me pregunta mi padre en su noruego un tanto chapuceado. ”¿Te corto un poco más de carne, hijita?”

Corta la carne de reno curada en trocitos. Sabe que no estoy acostumbrada a comer la carne en trozos grandes.

”Te pareces tanto a mamá”, me dice.

Rompe a reir a carcajadas.

”Era la muchacha más bella de la altiplanicie de Finnmark. Ya lo creo.”

Sus ojos quedan desbordados por las lágrimas, cual bañeras llenas de agua que en un momento alguien dejó abandonadas. Han pasado nueve años desde la muerte de mi madre.

 3000 renos

Mi padre es una de las aproximadamente 2700 personas vinculadas a la explotación del reno en Noruega. Actualmente le queda un rebaño de poco más de 100 renos. Conoce a cada uno de los animales del rebaño, y durante nuestros paseos en coche le gusta ir señalando a los que pasan por nuestro lado.

”Ese de allí es tuyo,” me dice. ”Es la cría de la hembra blanca.”

Mi padre, Nils Johannes, o Nilláddjá – abuelo Nils – que es como le llaman ahora, tiene 11 nietos y dos bisnietos. Nació en 1929, en el seno de una familia que se dedicaba a la cría del reno en Karasjok, al norte de Noruega y cerca de la frontera con Finlandia, y ha dedicado toda su vida al cuidado de los renos. Nunca aprendió a hablar noruego, a excepción de algunas palabras sueltas y frases hechas, aunque no tiene problemas para entenderlo. En sus tiempos de grandeza, en los años 1950, -60 y –70, poseía 3000 renos, a los que iba trasladando entre los pastos de primavera e invierno respectivamente, unos cerca de la costa y otros en las montañas de Finnmark, la provincia más septentrional de Noruega. Durante estos años nacieron sus cinco hijas. Una de ellas vino al mundo en un lavvo, la tradicional tienda de los samis nómadas, mientras que las demás nacieron en la casa del poblado o en la cabaña de verano. Una de las niñas murió siendo todavía un bebé, a consecuencia de una epidemia de gripe.

En cada visita que le hago, mi padre siempre me enseña una foto desenfocada y de tonos grises. Es la imagen de una altiplanicie cubierta de nieve. En el horizonte se vislumbra una nube gris. Parece un pequeño bosque de abedules enanos.

”Allí puedes ver mis renos cerca de la cabaña de Ravna. Tenía muchos,” me dice mi padre.

Y yo, como siempre, le contesto:

”Oh, y yo que pensaba que era un bosque.”

Faksimile fra Gatopardo
Faksimile fra Gatopardo

 Eliminar la cultura sami

En el comedor de mi casa en Oslo, mezcladas entre fotografías en blanco y negro y orquídeas, se encuentran varias pequeñas piezas talladas que dan fe de mi procedencia. A Nilláddjá le gusta tallar objetos de utilidad, tales como cofres portátiles, hechos de huesos de médula, para guardar los útiles para la costura. Con mucho cuidado talló las iniciales de mi nombre sami, IRA, cubriendo la inscripción con ceniza. Maneja el cuchillo con mucha habilidad y enseña gustosamente sus trabajos. Para él , al margen de las diferentes corrientes políticas que han hecho de la asimilación un instrumento político importante en las áreas pobladas por los samis,  su origen y su identidad siempre han sido un motivo de orgullo. Pocas personas han vivido, como él, la vida con la cabeza tan alta y la espalda tan erguida que parecía que le sostuvieran con un hilo. La conocida artista sami, Mari Boine, triunfó internacionalmente en 1989 con el disco ”Gula Gula, hør stammemødrenes stemme” (Gula Gula, escucha la voz de las madres de la tribu). En este trabajo mezcla elementos de la música occidental con la canción tradicional sami,  joiken (el joik) y el tambor de chamán llamado runebom. Ella me confiesa la vergüenza que le suponía ser sami.

”En mi hogar de Gámehisnjárga no hablábamos sami. En casa nunca escuchábamos joik. Si en la radio ponían joik, mis padres la apagaban inmediatamente. El joik era obra del diablo. Había que eliminarlo. Cuando yo me reencontré con el joik me decían que me había vendido al diablo,” cuenta Mari Boine en el hotel de Karasjok, a tan sólo unos pocos kilómetros de su pueblo natal.

”Desde esta perspectiva se puede afirmar que la asimilación tuvo éxito. Consiguió que nos reprimiéramos a nosotros mismos.”

Pero ya hace mucho tiempo que la identidad sami no se vive como algo inferior a la cultura noruega.

Convertirse en noruegos

Noruega inició a partir de 1800, una política de ”norueguización”. En opinión de los historiadores, el motivo por el cual el Estado deseaba implantar la asimilación de la población sami se debía a razones de política de seguridad. Era de vital importancia que los protectores de las fronteras de las zonas septentrionales fuesen noruegoparlantes decentes, y era preciso asimilar a las otras etnias de las zonas del norte. El Estado declaró, cara a la galería, que el objetivo principal de la política de norueguización, que predominó hasta la década de 1960, era el bienestar de los samis. Se estableció en el sistema legal, una ley según, la cual tenían derecho a poseer tierras únicamente los noruegoparlantes. Así los samis se vieron incapaces de presentar ninguna documentación que probara que eran propietarios de las tierras que habían ido pisando libremente durante largos años. Esta práctica se mantuvo hasta la década de 1930, pero a partir de entonces y hasta que la ley fue derogada en el año 1965, dicha ley no se hizo respetar de forma notable. Paralelamente se intentó, ya desde 1700, convencer a los samis para que renunciaran a sus dioses y sus rituales chamanísticos reemplazándolos por el cristianismo. Como los samis entraron en un conflicto continuo con los noruegos sobre el usofructo de las altiplanicies, ríos y tierras de cultivo y siempre tuvieron las de perder, la renuncia a los dioses les resultó bastante fácil. Los dioses no acudieron en su socorro sino que permitieron que los colonialistas les robasen sus reliquias y objetos sagrados. También a la canción sami se le consideraba una conjura diabólica. Hasta el punto que la religion y la cultura samis quedaron amputadas.

”La política de norueguización les quitó a los samis su autoestima, su identidad, sus competencias y sus posibilidades. La identidad sami era contemplada como algo que frenaba el desarrollo. Generaciones de samis fueron rebajadas a ser meras aspirantes a la ciudadanía noruega y no pudieron disfrutar de los mismos derechos que el resto de noruegos”, afirma Sven-Roald Nystø, presidente del parlamento sami, Sámidiggi.

Mi tía Marit es noruega de nacimiento, de la provincia de Trøndelag. Le gusta contar cosas de su vida, que ciertamente no fue tal y como se esperaba de una chica noruega. Conoció a Samuel, el hermano de Nilláddjá, y partió con él hacia el norte. Una vez allí aprendió la lengua sami y todas las prácticas que debía dominar la mujer de un sami nómada.

”Los demás creían que los samis eran pobres porque no vivían en casas. Pero no se les ocurrió pensar que un sami que vivía en un lavvo era una persona que se dedicaba a la cría del reno y poseía miles de ellos. A lo mejor no tenía coche ni casa, pero tenía todo lo que le hacía falta. Incluso puede que fuese una persona rica,” cuenta Marit. ”Y decían que estaban sucios, pero no era verdad. Si uno se pasa todo el santo día marcando renos dentro del corral es lógico que se ensucie, pero esto no quiere decir que sean personas que no cuiden su higiene personal,” dice en su peculiar dialecto con tonos del noruego del sur cantarín mezclados con su acento sami.

Faksimile fra Gatopardo
Faksimile fra Gatopardo, 2005.
Faksimile fra Gatopardo, 2005.

Las niñas dispersadas a los cuatro vientos

A principios de 1970 mi madre cayó enferma y las hijas de Nilláddjá fueron separadas y enviadas a diferentes lugares del país. Mi hermana mayor se casó y se marchó al sur de Noruega. Las dos siguientes fueron alojadas en casa de unos parientes en la pequeña ciudad de Alta, a poco más de 170 km de su pueblo natal Karasjok. A mí, la más pequeña, me enviaron también al sur del país para vivir con una familia noruega.

”En aquellos tiempos esto era algo muy normal,” dice mi hermana Ellen Brita. ”Vivíamos temporadas en diferentes lugares, en casa de familiares, según nos convenía,” cuenta, a ratos con una risa que convierte sus ojos en dos pequeñas rayas horizontales.

A mediados de los años 70 mis dos hermanas medianas volvieron a Karasjok.

”Oh, recuerdo que me hizo tan feliz volver a ver a mamá,” dice Ellen Brita.

Pero por aquel entonces se inició un nuevo período: la vida en internados. Noruega construyó escuelas-internados para los samis nómadas. Ellen Brita y Anne Sara vivían de modo permanente en el internado de la escuela mientras Nilláddjá y nuestra madre seguían al rebaño de renos en las tierras de pasturaje.

Las dos muchachas, no obstante, participaron en los traslados de primavera y el marcaje de los renos en otoño y otros acontecimientos importantes. Colaboraron en las distintas tareas desde bien pequeñas.

”Resultaba muy emocionante participar en el traslado de los renos desde la montaña hasta la costa. En muchas ocasiones, siempre que la nieve estuviese dura, viajábamos toda la noche, y durante el día dormíamos. Vivíamos en tiendas, a pesar de que la temperatura muchas veces alcanzaba los 20 e incluso hasta los 30 grados bajo cero. Algunas veces corríamos peligro, como en aquella ocasión en que por un repentino aumento de la temperatura, se rompió el hielo, hundiéndose así nuestro trineo en el agua.”

Mi hermana Ellen Brita ha publicado varios libros sobre la lengua y las leyendas samis. Prepara un caldo con huesos de médula, y sabe tratar las pieles que se utilizan en la confección del calzado de invierno de los samis, skaller (calzado con la suela y laterales confeccionados con la piel sin curtir procedente de la frente del reno) y bellinger (polainas hechas de la piel de los pies del reno). Canta el joik, y muchas veces canta la melodía de Nilláddjá. O, según dice ella: no es su melodía. La melodía, o el joik, es Nilláddjá. Nilláddjá y nuestra madre enseñaron a las niñas todas las habilidades que les iban a ser de utilidad en su vida de mujeres adultas.

La vergüenza

Por lo que a mí respecta, fui a una escuela noruega, a miles de kilómetros de distancia de Nilláddjá, mi madre y mis hermanas. Nunca aprendí el sami, ni cómo hacer el kofte, el traje tradicional de los samis, ni tampoco cómo hacer callar a un perro pastor. Debido a la gran distancia que nos separaba, mis visitas fueron poco frecuentes. Sin embargo recuerdo haber estado con toda mi familia biológica durante la matanza y marcaje del reno  en Stabbursnes, donde vivían en un lavvo el tiempo que durase el trabajo.

”Mira,” dijo mi padre, enseñándome un trozo de cartón recortado en forma de hoja.  ”Esta marca es la tuya. Como propietaria de renos te acompaña la suerte, porque posees ya muchos renos.”

Después a lo mejor decía un número. Al principio era muy insignificante, pero por cada vez que nos veíamos iba aumentando. A todas las hermanas, en el momento de ser bautizadas, nos regalaron renos con marcas propias.

”Deberías haberte dedicado a la cría del reno”, opinaba mi padre.

Mi madre, que apenas llegaba a los 1,55 m de estatura, atrapaba a un reno con un lazo. Se mofaba mientras se sentaba a horcajadas sobre el animal que estaba en plena agitación y le hundía el cuchillo en la nuca. A continuación lo despellejaba. Más tarde mis hermanas me enseñaban cómo se divertían pinchando los intestinos dispersados por el suelo. O me llevaban a fumar a escondidas.

Mi vida en la ciudad era muy diferente. Vivía en una casa, asistía a clases de ballet e iba a una escuela normal. Pero el resto de los niños de la escuela conocían muy bien mi verdadero origen, y me gritaban: ”¿Cuántos renos tienes en el banco?”  O bien imitaban el acento de los samis noruegoparlantes. O cantaban el joik dando alaridos en mi presencia. Era como si todo lo relacionado con la cultura sami fuese algo ridículo, sucio o absurdo. Me resultaba muy difícil defender una cultura que yo no dominaba. Tampoco era fácil defenderla para los que sí la dominaban. O hablar con orgullo de su procedencia. Mi tía Marit me cuenta que muchos samis no querían reconocer su lengua materna como propia.

”Cuando estuve en Hammerfest , donde se encuentra el único hospital de Finnmark, me encontré con una de mis sobrinas. La saludé en sami, pero ella me contestó en noruego. Se me ocurrió pensar que tal vez o no me había reconocido o no me había oído. Pero se empeñó en seguir hablándome sólo en noruego.”

La Canalización del río

Pero a partir del año 1978 comenzó una nueva era. Yo tenía ocho años. Stortinget, el parlamento noruego, aprobó una ley que preveía la ampliación del sistema hidrográfico de Alta-Kautokeino, una zona tradicionalmente utilizada por los samis en sus diferentes actividades. Estaba prevista la construcción de una instalación de 150 MW y un dique de contención de 110 metros de altura. Las organizaciones samis se opusieron a este proyecto.

”Canalizad el río y dejad que se mueran los samis,” bromeaban entre la población noruega.

Los conflictos de intereses cobraron grandes dimensiones. Las organizaciones samis montaron un lavvo delante del parlamento, y exigieron que el proyecto fuera invalidado. La policía intentó dispersar a los manifestantes. En la pantalla de la televisión veía como a mis parientes, vestidos con sus kofter de sami, se los llevaban mientras ellos proferían gritos. Algunos se declaraban en huelga de hambre. En 1981 comenzaron las obras de ampliación y los manifestantes, tanto samis como noruegos, respondieron encadenándose, impidiendo así la puesta en marcha de las máquinas de construcción. Las fuerzas policiales se movilizaron y recuerdo a mi vecino, uno de los policías, y a su perro malherido durante los disturbios. Los samis perdieron la batalla. El dique de contención se eleva ahora como una pared en el río Alta. Sin embargo, a partir de estos acontecimientos empezó el laborioso trabajo de reconstrucción de la nación sami.

Nuevas leyes

”A pesar de las acciones de protesta, la ampliación del sistema hidrográfico se llevó a cabo. Y aunque la decepción fue enorme, también se hizo evidente que sí era posible sacar algo positivo de todo lo ocurrido,” dice Ole Henrik Magga, profesor de la escuela superior sami y presidente del Foro Permanente de la ONU sobre Asuntos Indígenas.

Magga fue también el primer presidente del parlamento sami.

”Fue justo después de la primera huelga de hambre en 1979 cuando nos prometieron la llegada de una nueva legislación que pondría fin a los conflictos, gracias a la cual la derrota no se sentía tan dura. Posteriormente, muchos han afirmado que perdimos la primera batalla, pero que ganamos una victoria a más largo plazo.”

El año 1989 se convertiría en un año lleno de acontecimientos. La OIT (Organización Internacional del Trabajo) aprobó la convención 169 sobre las comunidades indígenas en estados independientes, que defiende el derecho de los indígenas a conservar su cultura, exigiendo a los estados su obligación de proteger tanto a las personas como a la cultura de las mismas. Noruega ratificó la convención al año siguiente y el rey inauguró el parlamento sami en Karasjok  Su función es puramente consultiva. Ese mismo año se abrió una escuela superior sami en el pueblo sami de Kautokeino. Peter Gabriel llamó por teléfono a Mari Boine y la cantante empezó a cobrar renombre internacional. En junio del año en curso (2005) se aprobó la llamada Finnmarksloven (la ley de Finnmark) según la cual se concedió a los habitantes de Finnmark el derecho a decidir sobre las tierras y recursos de agua de sus territorios.

”El pueblo sami se está dando cuenta de que su cultura está empezando a ser valorada. La gente ”sale del armario” orgullosa de su identidad sami. Cuando se iniciaron los preparativos para la elaboración de Finnmarksloven, la gente empezó a pensar: ¿”Por qué no íbamos a poder decidir sobre las tierras?” cuenta Risten Heatta, que se dedica a la política de forma activa.

A la nueva generación de samis le importa un comino los viejos prejuicios. Han hecho suyo el poder de definición. Han recuperado sus nombres de antaño, como es el caso de Risten Heatta: su nombre en noruego es Kirsten Hætta. Esta nueva conciencia de los samis acerca de su propia identidad está en plena ebullición.

”Durante mi adolescencia sentía vergüenza de mi origen. Hoy en día, cuando hablas de vergüenza, la juventud sami no te comprende,”  dice Lene Hansen, responsable del festival indígena Riddu riddu, que cada año se celebra en Kåfjord.

Pero este nuevo sentimiento de victoria implica responsabilidad.

”Los samis tenemos una responsabilidad para con la población indígena de otros lugares. Nosotros hemos tenido la suerte de haber conseguido cosas importantes aquí,” dice la cantante Mari Boine. “Pero todo esto no ha sido un regalo caído del cielo. Debemos recordar que no se producirán cambios reales a menos que la gente se sienta orgullosa de su condición, y este reconocimiento no te lo van a proporcionar los políticos. Tampoco tenemos que anhelar todas las riquezas del mundo occidental, nos bastan nuestras propias riquezas.”

El rebaño de renos va disminuyendo

Con el Sameting, la vida de Nilláddjá también comenzó a experimentar cambios. A lo largo de las últimas décadas los samis, en sus desplazamientos, pasaron de utilizar el reno y el trineo para usar el scooter de nieve e incluso helicópteros. El estado noruego afirmaba que en las altiplanicies de Finnmark había personas que se dedicaban a la caza furtiva. Las pantallas de televisión mostraban imágenes de renos rascando el hielo, y de otros tumbados en el suelo cuyas humildes miradas se asemejaban a las de una foca. A aquellas personas que estuvieran dispuestas a sacrificar sus renos, se les ofrecían subvenciones, por lo que mi hermana Ellen Brita decidió sacrificar los suyos. Yo también sacrifiqué los míos, más de cien, y Nilláddjá hizo lo mismo.

”El estado noruego obligó a los samis a dejar la pesca, la agricultura y la caza para dedicarse exclusivamente a la cría del reno. Introdujeron medidas para aumentar la efectividad y empezaron a utilizar los scooters. Esto supuso el derrumbamiento de la explotación del reno,” dice un periodista noruego que ha seguido de cerca a los samis nómadas en sus traslados.

Pero las montañas forman parte de la vida de Nilláddjá. Así como también los renos, la nieve y la aurora boreal. Nilláddjá mantiene las tareas propias de cada estación y todavía conserva un pequeño rebaño que cuida personalmente; y en el que se encuentran algunos de mis renos que sobrevivieron a la matanza masiva – Nilláddjá insiste en que yo he nacido con estrella. Cuando mi hermana dio a luz a la pequeña Inga, que, de acuerdo con la tradición sami, lleva mi mismo nombre, de inmediato recibió sus propios renos por parte de Nilláddjá.

Faksimile fra Gatopardo, 2005.

Inalterable

”Papá está en la montaña inspeccionando las cercas  , se marchó hace una semana. Supongo que no tardará mucho en volver,” me tranquiliza mi hermana Ellen Brita cuando la llamo para decirle que estoy preocupada porque nuestro padre no contesta al teléfono. ”Uf! qué ajetreo. Antes se marchaban y decían que volverían cuando hubiesen terminado. Podrían tardar de una a tres semanas. Pero nadie se molestaba en organizar ninguna búsqueda por ello,” dice resoplante Ellen Brita.

Mi hermana tiene razón. Nilláddjá es capaz de irse de pesca durante tres semanas. Conoce el nombre de todas las colinas del terreno. Y de los ríos. Y también conoce el significado etimológico de los nombres de aquellos lugares.

”Esto es Sjuvanvarre. Significa la montaña silbante. Lleva este nombre porque cuando los rusos tjuds  aparecían en la montaña para robar, sus esquís desprendían un silbido.

Y a pesar de que hace años que está jubilado, se sube al scooter de nieve para reparar las cercas o a cuidar los renos. Nunca se ha molestado en adaptarse. Más bien soy yo la que soy incapaz de adaptarme a él.

Pero cuando le voy a visitar, me cuenta cosas sobre mi madre, de lo bella y habilidosa que era. Aunque falleció hace más de nueve años, él nunca se ha buscado otra mujer. Tal y como establece la tradición. El hecho de que durante su larga vida haya cambiado todo a su alrededor, no significa que él haya cambiado. Sigue cortando la carne en trocitos para sus hijas, como si el tiempo se hubiese parado mucho antes de que viera la luz el Sameting. Como si el mundo fuese una vasta altiplanicie cubierta de krekling (planta de brezo con frutos negros en drupa), abedules enanos retorcidos y musgo de reno y ríos rebosantes de truchas.

Historia

•    Los samis se definen como indígenas en virtud de la convención ILO (OIT) 169: Pueblos considerados originarios por descender de aquellos pueblos que habitaban el país o una región geográfica a la que pertenecía el país en el momento de producirse la conquista o la colonización, o el establecimiento de las fronteras de los estados. ILO (OIT) son las siglas de la International Labour Organization (Organización Internacional del Trabajo), un organismo especializado de las Naciones Unidas.
•    Las primeras fuentes encontradas revelan que los samis ya habitaban las regiones del Norte y la península de Kola donde hoy en día se encuentran asentamientos samis. Las zonas samis se extienden desde el Sur de Noruega hacia el Norte. Se calcula que en Noruega hay alrededor de 40 000 samis, en Suecia 20 000, en Finlandia 7 500 y en Rusia 2 000. En todos los países con poblaciones samis se utilizan, como criterios étnicos, básicamente la lengua  y la autoidentificación.
•    Los samis vivían de la caza, la pesca, la agricultura y de la cría del reno, y eran seminómadas. Hoy en día tan solo un dos por ciento de los samis se dedican a la cría del reno.
•    El sami es una lengua  que pertenece a la rama fino-úgrica de los idiomas urales. Existen varios dialectos del sami, y ocurre a menudo que personas que hablan diferentes dialectos tienen problemas para entenderse el uno al otro.
•    El Sameting, Sámediggi en sami, es el parlamento sami. Se fundó por ley en 1987, y fue inaugurado por el Rey en 1989. La asamblea parlamentaria consta de 39 miembros elegidos directamente por ciudadanos inscritos en el censo electoral. El Sameting es el organismo consultivo de las autoridades en asuntos que afectan a la población sami, pero carece de  poder legislativo y ejecutivo. El Parlamento está ubicado en un hermoso edificio en forma de gamme, igual que las viejas cabañas de tierra en las que vivían antiguamente los samis en Karasjok.
•    Los samis se han organizado en varias grandes organizaciones tanto en Noruega como a través de organizaciones nórdicas comunes. El Consejo sami agrupa a las mayores organizaciones de los países nórdicos y trabaja para promocionar los intereses del pueblo sami.
•    Los samis están representados en las Naciones Unidas a través del Foro Permanente sobre Cuestiones Indígenas, en la Cooperación del Mar de Barents que reúne las provincias más septentrionales de Noruega, Suecia y Finlandia así como las áreas circundantes de Rusia y el Consejo Ártico.
•    Los samis de Noruega, Suecia y Finlandia y Rusia tienen su bandera propia que fue reconocida en el año 1986. El día nacional del pueblo sami se celebra el 6 de febrero.
•    Recursos / fuentes / consultas de Internet:
www.samediggi.no
www.utexas.edu/courses/sami
www.sami-statistics.info
www.visitnorway.com/es/Articulos/Articulos-tematicos/Esta-es-Noruega/Cultura/Los-sami/

Fuentes

Entrevistas personales
Aschehougs og Gyldendals store norske leksikon (Gran Enciclopedia Noruega de Aschehoug y Gyldendal)
Caplex.no
John Trygve Solbakk: Los samis. Un manual. (Davi Girji, 2004)
NRK (Radiotelevisión nacional de Noruega)
Nordic Sami Institute
Dagbladet (Periódico noruego de cobertura nacional)

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